lunes, 13 de abril de 2009

Habilidades prelingüisticas en el sindrome de Down


La realidad que nos perturba es que no sabemos casi nada sobre estas capacidades —o sobre la carencia de ellas— en los bebés y en los niños con problemas del desarrollo. A decir verdad, esto supone un problema para los programas de atención temprana. El desarrollo humano (y el lenguaje no es una excepción) es un proceso altamente acumulativo. El no saber cuándo y cómo se inicia exactamente el desarrollo del prelenguaje en los niños con discapacidad intelectual, nos impide definir y elaborar programas de atención temprana que posean la máxima eficacia. Deberíamos dedicar la máxima preferencia en nuestra agenda a la investigación que se necesita para responder a las anteriores cuestiones, porque existen razones para sospechar que los bebés con síndrome de Down, en particular, pueden llegar a nacer sin haber alcanzado el mismo grado de conocimiento prelingüístico que el de los niños de la población general. De hecho, los estudios de investigación demuestran que los bebés con síndrome de Down muestran patrones de atención y habituación al habla que difieren de los demás bebés; por ejemplo, tardan más en responder a estímulos auditivos complejos, son distraídos más fácilmente por los sonidos. Los estudios con potenciales cerebrales evocados y los tiempos de reacción sugieren que los niños con síndrome de Down procesan la información auditiva (en especial la más compleja) más lentamente que los niños de la población general, tanto los de la misma edad cronológica como los de la misma edad mental. También se ha observado en algunas personas con síndrome de Down una lateralización aberrante del procesamiento auditivo, así como una reversión de las ventajas acústicas propias del material verbal. A ello ha de sumarse el bien conocido déficit en la transmisión acústica que aparece en el 20 a 25% (o más) de los niños con síndrome de Down. Si esto es así, está justificado que se instaure una intervención muy temprana de prelenguaje en los niños con síndrome de Down. ¿En qué consistiría? Básicamente, en la intensificación de la interacción natural verbal y vocal con el niño, tanto cuantitativa (al menos, media hora al día) como cualitativa (enlenteciendo el ritmo del habla al niño pero sin alterar la prosodia normal, a excepción de emplear un tono de voz ligeramente más alto ya que éste atrae más la atención, como bien se sabe).

DURANTE EL PRIMER AÑO

A lo largo del primer año, los bebés con síndrome de Down muestran el curso secuencial típico del balbuceo (indiscriminado, vocálico, silábico, reduplicado y variado), si bien con retrasos. Está particularmente retrasado (dos meses o más) el balbuceo reduplicado (bababa, tatata, etc.), que es un precursor claro del habla convencional. Lo mismo es cierto para otro aspecto prelingüístico, el llamado balbuceo interactivo o intermitente, denominado también el fraseo prelingüístico. Consiste en que el niño interrumpe espontáneamente su producción vocal después de una secuencia de unos 3 segundos, quedando claramente a la espera de que su interlocuto le “responda”. Los bebés con síndrome de Down tienden también a prolongar por más tiempo su frase (unos 5 segundos) con espacios interfrase más cortos, dando menos espacio temporal a la “respuesta” del interlocutor, con lo cual hay una mayor frecuencia de colisiones vocales entre las madres y los hijos. Hay otros dos aspectos prelingüísticos que también se encuentran retrasados en los bebés con síndrome de Down y deben ser destacados: las prepalabras y el juego simbólico. Las prepalabras son palabras no convencionales, inventadas o robadas por el niño para referirse a un objeto o suceso familiar (p. ej., brm-brm para referirse a un camión o a un avión que estén
pasando de forma regular). Son importantes porque marcan realmente el comienzo de la representación simbólica y por tanto, del desarrollo del léxico. Indica que el niño se ha dado cuenta de que se puede usar un sonido o una secuencia de sonidos para significar (es decir, “re-presentar”) un objeto o un suceso. El juego simbólico (p. ej., fingir que duerme poniendo la cabeza de uno sobre una almohada, hacer que una muñeca coma, duerma, se deslice, etc.; usar un objeto para que represente a otro, como por ejemplo mover un trozo de madera representando a un coche que circula por la calle), es de la misma naturaleza que la representación léxica. Es un precursor o correlato del desarrollo temprano del léxico. Existen al menos otros tres síndromes genéticos congénitos en los que aparecen dificultades y limitaciones muy serias y duraderas en el desarrollo de la comunicación, el habla y el lenguaje. Se trata del síndrome del maullido de gato, el síndrome de Rett y el síndrome de Angelman. Con el progreso constante de la genética, la pediatría y la psicología del desarrollo, iremos encontrando nuevos síndromes con dificultades parecidas. Los principios de intervención temprana derivados de la investigación realizada en los niños con síndrome de Down podrían y deberían utilizarse con éxito en los niños con cualquiera de estos tres síndromes, previa adaptación a sus propias características (y probablemente en niños con otros síndromes genéticos que cursen con graves retrasos en el desarrollo del lenguaje).

LA AYUDA DEL LENGUAJE ESCRITO

Exponer al niño con síndrome de Down al aprendizaje de la lectura de forma más temprana de lo que habitualmente se hace con los demás niños (incluso a los 4 años), puede ayudarle a incrementar y estabilizar algunos aspectos del funcionamiento gramatical. La razón estriba en que el lenguaje escrito se apoya en el canal y en la memoria de percepción visual, que en el síndrome de Down se encuentran mejor preservados que en la modalidad auditiva. Eso permite que se aprovechen mejor los marcadores sutiles de inflexión. Además, la presentación escrita permite que las formas gramaticales queden expuestas por un tiempo más prolongado que con el habla, que las hace pasar rápidamente, y eso favorece tanto el observarlas como el memorizarlas.